jueves, 13 de diciembre de 2018



III Domingo de Adviento             Lc  3,10-18)

La predicación de Juan el Bautista fue muy eficaz.   Esto se ve en el hecho de que suscitó en la gente una disposición adecuada para la espera.
Cuando el hombre se pregunta qué debe hacer, ya se ha creado en él esa apertura necesaria para la acogida de la salvación.  Según los Padres de la Iglesia, el camino espiritual es prácticamente imposible cuando el hombre se aconseja a sí mismo y se sugiere qué es lo bueno para él.  Aunque esté haciendo propósitos santos y buenos, el hombre puede permanecer encerrado en sí mismo, y la espera, por el contrario, significa tener en cuenta a Quién se espera.
La espera se ha hecho ahora tan fuerte que él mismo Bautista podía haber pasado por ser el Mesías, pero precisa que él bautiza lavando los pecados.  Aquel a quien prepara el camino, en cambio, no sólo lavará, sino que impregnará a la humanidad con el Espíritu Santo, Juan nos llama hoy también a esta acogida de vida nueva que se nos da.




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