NAVIDAD Jn 1,1-18
Dios es el Dios vivo., es la vida que nunca acaba. Cristo
nacido y adorado hoy como el Niño de Belén, es la manifestación de esa vida; el
esplendor de esta vida es la luz de los hombres. La verdadera vida, que es Cristo, es la luz,
y no al revés. No existe ninguna luz para el hombre que pueda convertirse en la
vida verdadera para él. En el Antiguo
Testamento, la Ley de Moisés es la luz, pero, como dice san Pablo, en un
momento determinado esta Ley puede convertirse en muerte.
Siempre nos acecha la tentación de ideologizar y absolutizar
alguna idea que debería llevarnos a la vida. Pero para nosotros los cristianos
ocurre exactamente lo contrario: es la vida la que se revela, la vida nueva que
se nos da para participar en Cristo que brilla y llena, inspira y mueve todo lo
que es el hombre. La vida consiste sobre todo en las relaciones, porque Dios es
la comunión santísima. Las ideas por sí solas, los conceptos por sí solos no
logran crear relaciones, no consiguen crear comunidad y, por eso, no pueden dar
vida.
La cuestión fundamental, que emerge precisamente en Navidad,
es la cuestión de la vida sin ocaso que se debe manifestar en el pensamiento,
la mentalidad y la cultura.

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