miércoles, 26 de diciembre de 2018

NAVIDAD



NAVIDAD                         Jn 1,1-18


Dios es el Dios vivo., es la vida que nunca acaba. Cristo nacido y adorado hoy como el Niño de Belén, es la manifestación de esa vida; el esplendor de esta vida es la luz de los hombres.  La verdadera vida, que es Cristo, es la luz, y no al revés. No existe ninguna luz para el hombre que pueda convertirse en la vida verdadera para él.  En el Antiguo Testamento, la Ley de Moisés es la luz, pero, como dice san Pablo, en un momento determinado esta Ley puede convertirse en muerte.
Siempre nos acecha la tentación de ideologizar y absolutizar alguna idea que debería llevarnos a la vida. Pero para nosotros los cristianos ocurre exactamente lo contrario: es la vida la que se revela, la vida nueva que se nos da para participar en Cristo que brilla y llena, inspira y mueve todo lo que es el hombre. La vida consiste sobre todo en las relaciones, porque Dios es la comunión santísima. Las ideas por sí solas, los conceptos por sí solos no logran crear relaciones, no consiguen crear comunidad y, por eso, no pueden dar vida.
La cuestión fundamental, que emerge precisamente en Navidad, es la cuestión de la vida sin ocaso que se debe manifestar en el pensamiento, la mentalidad y la cultura.


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