La misión como se presenta en este Capítulo 6 de
Marcos tiene tales diferencias respecto a la misión del Capítulo 3 que hace
pensar a muchos exégetas que algo no ha ido bien, los apóstoles enviados
hicieron un gran esfuerzo para comprender en qué consistía esta misión. La mayor dificultad para los apóstoles fue,
ciertamente, abrazar el alcance universal del mensaje mesiánico de Cristo.
Esta vez Cristo no dice ni de ir a predicar, ni de
arrojar demonios, ni siquiera de sanar a los enfermos. Ellos, de todos modos, van a realizar lo que
se les había dicho la primera vez. La
cuestión está en el modo de hacer la misión, en este capítulo en realidad
Cristo pone el acento sólo sobre el cómo ir en misión.
Llama a los Doce y después los manda. Este “llamarlos” no quiere decir llamarlos
físicamente cerca de Él, ya estaban en camino con Él. Se trata de esa cercanía a Cristo donde
podían ver y dejarse involucrar en ese modo en el cual Él ha llevado adelante
la misión: ¡cuántas veces Cristo ha hecho explícito que Él es mandado por el
Padre y que cumple lo que ve y oye del Padre!
Por lo tanto, se trata de llevar adelante la misión al modo de
Cristo. Ser llamados a la comunión con
su Hijo (Cfr. 1 Cor 1,9). Comienza a enviarlos
y “les daba”, no “ha dado” sino “les daba” la autoridad, el poder sobre los
espíritus impuros, esto no significa necesariamente que los tengan que arrojar
porque la palabra usada (exousia) es
la autoridad o la fuerza por la cual es espíritu impuro ya no puede
tener influjo sobre ti, sino que eres tú que tienes un influjo sobre él. Les
daba autoridad, por lo tanto, tenían que permanecer con Él. A Él el Padre ha dado todo poder (Cfr. Mt
28,18). Él los ha llamado, por lo tanto,
los ha involucrado en esta corriente de amor entre el Padre y el Hijo. Y
cualquier otra autoridad que la Iglesia se haya atribuido y se haya tomado a lo
largo de la historia le ha hecho daño, ha negado su verdadera vocación.
La palabra “les ordenó” del versículo 8 es un
término muy fuerte, muy pocas veces Cristo lo ha usado. Los manda de dos en dos para que su
testimonio sea creíble (Cfr. Dt 19,15) pero sobre todo porque se trata de dar
testimonio de esta corriente de vida como amor entre el Padre y el Hijo. “En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en
el amor que se tengan los unos a los otros”. (Jn 13,35). No existe la misión cristiana como individuo,
en soledad, sino como persona, con un yo filial, comunional, entretejido en el
Cuerpo de Cristo.
Pueden tomar sólo un bastón para el viaje (Cfr. Mc
6,8) para hacer ver que la misión es una obrar de Dios. El bastón es el bastón de Moisés, a través
del cual se revela la obra de Dios y no del hombre. Ni alimento, ni alforjas porque así se recoge
lo que la gente les da. Sin ideologías o
preceptos religiosos que impidan la acogida de lo que encontrarán en las casas.
Tampoco tiene que tener dinero en la cintura (Cfr.
Mc 6,8) y esto es interesante porque para decir dinero se usa una palabra que
significa cobre y son solamente esas monedas que llevan los pobres, ningún
otro. Con esto se quiere decir que no
han de dar la impresión de ser mendigos, pobres que piden limosna. Marcos escribe mirando a Roma donde la imagen
de los vagabundos era la de esos sin sandalias, gente muy pobre o muy
descuidada, que vagaba por todas partes.
Que no los confundan con estos porque no son mendigos por lo tanto no
llevar alforja o bolsa es para estar abiertos a recibir lo que les den, pero
lleven sandalias porque no son vagabundos. No llevar dos túnicas (Mc 6,9) que es cosa de
los ricos.
Cristo al precisar el modo de ir en misión de
alguna manera no los presenta “diversos” sino inmersos en la categoría de la
gente más numerosa, común, simple, de aquellos que en un pueblo son los más
numerosos. En este caso, no tener nada
significa no tener nada sobre lo cual el apóstol pueda apoyarse y detenerse en
el mismo sitio todo el tiempo, para no enorgullecerse diría San Pablo, sin
entrar en círculos más importantes como normalmente sucede cuando uno empieza a
familiarizarse con un sitio o personas. Cristo quisiera que los apóstoles se
hicieran acoger. La misión se apoya por lo tanto en la apertura de la gente, lo
que se ve realmente en la acogida. Nosotros
estamos acostumbrados a una misión como una obra de bien y de caridad, que
comienza a ofrecer estructuras, llevar consigo un cierto nivel de
bienestar. Aquí Cristo no hace referencia
a nada de esto. Incluso no lo dice, en
este contexto donde revela la manera de arrojar los demonios y de sanar
enfermos que podría suscitar la gratitud y el sentirse obligado hacia los
apóstoles.
Cristo desde el comienzo hasta el fin del evangelio
pide acogida y la acogida que promueven los apóstoles hacia quienes confían en
ellos y los hospedan es el primer paso para desbloquear lo que en el hombre
está bloqueado por el pecado. Acoger,
relacionarse, compartir es el camino para activar en el hombre aquello que
puede recibir el anuncio, de otro modo, no sirve. Acoger quiere decir transformarse en el don
recibido (Cfr. Gen 1,12), estar entre la gente sencilla, sin querer aparentar
de alguna manera particular a partir del modo de vestirse, etc. Llegar y
hacerse coger por la gente. Esta manera
de proceder los apóstoles sólo la entenderán más adelante, en los Hechos de los
Apóstoles cuando Pedro y Juan dicen: “No tenemos ni oro ni plata, pero te damos
lo que tenemos, en el nombre de Cristo…” (Hech 3,6).
Hasta que nosotros tenemos nuestras cosas en las
cuales confiamos no puede aparecer Cristo, hasta que nuestra existencia se basa
sobre lo que se tiene y se posee no podemos hacer ver el verdadero fundamento
de nuestra existencia que es Cristo. La descristianización fácil de Europa
revela que mucha evangelización si basó sobre la obra del hombre, sobre la
sabiduría humana y la fe no se basaba sobre el poder de Dios. (Cfr. 1 Cor
2,5).
Por lo tanto, su “orden” de cómo debe cumplirse la
misión es para que aparezca aquel que tiene surgir y su vida en nosotros. Se
nos ordena también de no forzar las cosas, de no imponerse, de no bajar a los
típicos modos de las religiones que terminan haciendo proselitismo de diversas
maneras y con distintos modos de proceder, se les dice de irse a otras
partes. Cristo se refiere a una antigua
costumbre practicada por los judíos cada vez que regresaban del territorio
pagano, es decir, sacudir el polvo de las sandalias.
P. Marko Ivan Rupnik
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