sábado, 21 de julio de 2018

XVI Domingo del Tiempo Ordinario


XVI Domingo del Tiempo Ordinario - Año B                   Mc 6,30-34

Los apóstoles acaban de llegar de la misión, pero evidentemente “todo lo que han hecho y lo que han enseñado” (Mc 6,30) no basta. Hay un error de fondo.  Cristo, de hecho, no los ha mandado para enseñar.
Dos términos nos ayudan a delinear los contornos de la cuestión “predicaron y enseñaron”.  Cuando Cristo había llamado a los apóstoles, constituyó Doce para que estuviesen con Él y también para enviarlos a predicar (Mc 3,14). El punto esencial permanece, el estar con Él del cual nace también el modo, hacerse acoger para apoyarse en la acogida de los otros. Sobre esta acogida se coloca el predicar para lo cual los ha constituido al inicio, es la preparación del terreno sobre el que cae la palabra, o sea el acontecimiento Cristo, el Reino de los Cielos por lo tanto está aquí.  Esto subyace en la predicación, pero ciertamente en el sexto capítulo de Marcos todavía es prematuro porque carece exactamente de la experiencia fundacional de la pascua, de hecho, cuando Cristo comienza a programar, no llegan a aceptar, un camino de salvación así provoca rechazo (Cfr. Mc 8,14-21.31-33). Por lo tanto, no pueden predicar de ninguna manera porque los que les falta es este estar con Él, les falta en ellos mismos la acogida de la verdadera experiencia de Cristo como Mesías.  Entonces, se vuelva fácil enseñar, pero la enseñanza que no se funda en Cristo y no nace de su Pascua es engañosa.  Se presta a la ideología, al moralismo.
El término enseñar está usado unas veinte veces en el Evangelio de Marcos y solamente aquí se refiere a los apóstoles, una de las veces es una citación de Isaías (Cf Mt 15,9), sino que pertenece exclusivamente a Cristo, enseñar significaba dar una lección con los textos del Antiguo Testamento y esto sólo lo podía hacer Cristo porque la clave de lectura es él mismo, de esta manera sólo Él podía hacer ver cómo entender en clave mesiánica los textos del Hijo de Dios. Esto todavía los apóstoles no han entendido y por lo tanto es probable que su enseñanza siguiese la manera equivocada de enseñar de los escribas con alguna categoría de su religión.  De hecho, después de este capítulo se inserta la cuestión de Herodes que primero se asombra de lo que dice Juan Bautista y lo escucha de buena gana y después lo hace ejecutar.  En las enseñanzas de los apóstoles emergen dos categorías que no funcionan:
la cuestión del Reino, que Herodes ve en peligro y por lo tanto tiene miedo y
la cuestión de la salvación que no se basa en la demostración de la potencia de un Dios fuerte y terrible como ellos esperan todavía
Cristo no se corresponde en absoluto con estas expectativas y, por lo tanto, en este " Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco» (Mc6,31) se hace visible la necesidad de explicarles lo que no han entendido, como también sucede en otras ocasiones (Cfr. Mc 4,34). Aquí está unido al “descansar un poco” que es la invitación a estar en la presencia de Dios, en comunión con Él (Cfr. Ex 33). “Sólo en Dios descansa mi alma” (Sl 62,5).  El descanso abre una dimensión estable, definitiva del hombre, de modo que en la carta a los Hebreos se revela abiertamente esta dimensión escatológica de entrar en su descanso, “en mi descanso” (Heb 3,11; 4,3,4,5)
Es así que este texto nos interroga fuertemente.  Los apóstoles llegan de la misión muy ocupados, con una gran actividad que reúne una multitud de personas.  “Eran muchos, de hecho, los que iban y venían…”  Y sin embargo para Cristo toda esa gente aparece como un rebaño sin pastor” (Cfr. Mc 6,34; Num 27,17; Ez 34,8).
Cristo les quiere hacer ver que primero tienen necesidad de adquirir una cierta estabilidad, una unión definitiva, una relación con la presencia del Señor en medio de nosotros, justamente porque los ha constituido para que “estuviesen con Él” y no para ponerse en un camino sin salida La primera lectura del profeta Jeremías, distinta sin embargo similar al texto más conocido de Ezequiel, es de advertencia en este sentido.
También lo es para la Iglesia hoy, tan llena de enseñanzas, pero quizás no sea capaz de enfocar a Cristo en su justa luz y significado que muchas veces resulta falseado y desenfocado. Con dificultad se hace surgir una vida nueva que es el amor de Dios que se revela en su Hijo, la misericordia.  La prevalencia de enfoques filosóficos, racionalistas y jurídicos se apoyan sobre lo que tenemos que hacer, sobre el precepto y tantas otras cosas, pero no se manifiesta la vida recibida, sino las viejas categorías y justamente es a estas que Cristo definitivamente ha cambiado o más aún, eliminado (Cfr. Mc 2, 18-22; 7,1-13).
Saber descansar significa saber permanecer en una relación estable, definitiva de la unión con Dios, apoyarse sobre una relación fundante de donde surge la verdad de la vida que se vive, recuperando lo que es esencial para no ser también nosotros como aquellos pastores que enseñan sin autorización, o sea sin relación con Aquel que el Salmo proclama como “mi pastor” (Cfr. Sl 23,1), que me guía hacia verdes praderas, me hace reposar, me lleva a aguas tranquilas y al fin me “prepara una mesa” (Sl 23,5). De hecho, en el Evangelio a continuación se encuentra la multiplicación de los panes.
La cuestión al final es la del alimento, o sea de la vida.  El Señor da el alimento para la vida que debemos vivir y para la cual no nos hace faltar nada “En efecto, a los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.” (Rom 8,29-30)
P. Marko Ivan Rupnik




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