viernes, 16 de febrero de 2018

I Domingo de Cuaresma


I Domingo de Cuaresma     Año B                                                                                                                               Mc 1,12-15


Estos pocos versículos son los que Marcos reserva para las tentaciones de Jesús, pero con algunos detalles que resultan muy iluminadores.
Jesús es llevado al desierto por el Espíritu, por esto el desierto está en el proyecto de Dios; no es un mal que llega necesariamente y hay que soportar , sino que está dentro de la visión de Dios. Es por tanto un buen signo si somos tentados, como decían muchos padres, quiere decir que estamos vivos espiritualmente y se nos asegura de alguna manera que estamos en el camino justo, en el camino del Señor y que estamos cerca de Él.
El participio pasivo presente que se usa aquí para decir que Jesús era tentado –y que no es correcto desde el punto de vista gramatical- se encuentra en otros textos de la Sagrada Escritura cuando se quiere expresar una acción que dura permanentemente o sea en este caso el hecho de que Cristo fue tentado, quiere revelar que esta es la realidad del hombre espiritual.
No deja de tener su importancia también esta imagen celestial de Jesús en medio de las fieras y los ángeles que recuerda un poco el Edén, el inicio de la humanidad: cómo fue tentado el hombre al comienzo así también Cristo de alguna manera en este escenario podría recordarnos esos tiempos originarios en donde la humanidad toma conciencia de sí misma de manera dramática justamente a través de la tentación.
Este colocar a Cristo Hijo de Dios que es verdadero hombre entre las bestias salvajes y los ángeles pone en evidencia que el verdadero hombre no vive según la naturaleza sino según el amor filial. Y que los ángeles, que son creación en relación y también personal son una ayuda para la existencia filial del hombre. El desierto es el lugar que hace sentir todas las necesidades de la naturaleza, también de la naturaleza humana. Es fácil pensar y reaccionar de acuerdo a las demandas de la naturaleza que son apremiantes y no dejan libre a la persona.  La tentación es justamente la prueba de esto: someter a la persona a las necesidades de la naturaleza, a sus leyes inmutables, incluso empujando al hombre a servirse de las fuerzas invisibles de la creación para satisfacer las necesidades de su naturaleza.  Usar Dios a favor de la propia naturaleza en vez de llegar a la comunión personal de amor con Él.  La carta a los Hebreos, en el tercer capítulo, cita el Salmo 95: "No endurezcan sus corazones como en Meribá, como en el día de Masa en el desierto, .allí me desafiaron sus padres y me tentaron, aunque habían visto mis obras".
En el Capítulo 17 del Éxodo se describe en qué han puesto a prueba al Señor. Dios está haciendo de ese pueblo un pueblo libre mientras ellos lloran por lo que su naturaleza percibe como una apremiante necesidad que no es satisfecha. Dios los está educando para vivir a la escucha de su Palabra o sea vivir en relación con Él, de elegir caminar con Él, y ellos reaccionan según las necesidades de la naturaleza pidiendo el agua y los alimentos, sin embargo ellos han visto las obras que Dios cumplía a favor de ellos de modo que tuvieran siempre todo lo necesario para continuar el camino.
Este es de hecho el escenario de la lucha en el camino espiritual.  Olvidar las gracias recibidas, olvidar la filiación recibida y comenzar a seguir un razonamiento según alguna necesidad de la naturaleza que se apoya sobre el yo, aislado, individual, que se siente amenazado y por lo tanto tiene que afirmarse.  El tentador usa nuestra naturaleza como palanca para hacernos caer.  Después de haber llegado a ser hijos volver a ser esclavos de nosotros mismos. En realidad la palabra Satanás quiere decir justamente esto. Una de las primeras veces que encontramos esta palabra es en 1 Sam 29,4, donde así se lo llama a David (... los príncipes de los filisteos se irritaron contra él y le dijeron: "Manda regresar a ese hombre (David) y que se vuelva al lugar que le señalaste. Que no baje con nosotros a la batalla, no sea que se convierta en nuestro adversario durante la lucha).  David se ubica en la parte posterior de las filas filisteas y el comandante filisteo dice que, aunque parece ser un amigo suyo, hay que sacarlo no sea que durante la batalla él se revele como Satanás o sea el adversario que desde golpea atrás, desde la espalda.  Y Satanás puede actuar a través de las personas como aparece en diversos pasajes del nuevo testamento. Ver en Mc 10,33 donde habla por boca de Pedro: “Porque tú no hablas según Dios, sino según los hombres”, o sea no hablas desde la relación filial con Dios sino como un hombre aislado y sujeto a una mentalidad según la naturaleza, o sea según la autoafirmación, o sea según el suceso, el poder, la fuerza, el camino fácil, etc.
Hoy nuestra mentalidad está permanentemente tentada a través de una preocupación por nosotros mismos según la naturaleza.  Son pocas las cosas que confirman al hombre en la creencia que la relación es la verdadera ontología de la persona y que esta se realiza en el único amor que es el mismo hacia Dios, hacia los hombres e incluso hacia la creación. El hecho de que los ángeles asistían a Jesús nos lleva a darnos cuenta de que hay toda una creación invisible, un mundo auténticamente espiritual, o sea que existe en relación, creado por Dios para que sea un mundo amigo del hombre.
Este podría ser un camino interesante para la cuaresma, o sea comenzar a sensibilizarnos de la existencia de un mundo invisible con el que contamos poco, sobre el cual conocemos poco y al cual la mayoría de las veces estamos desatentos y ni siquiera lo recordamos.
También porque la cuaresma es el tiempo que nos prepara a la Pascua, lo que significa que para ver la pasión, la crucifixión hay que tener una mentalidad agápica, en relación, de amor filial porque caso contrario rehusamos pensar que este es el lugar de la verdad y de la revelación suprema de Dios y del hombre. Por esto hay que trabajar sobre la mentalidad. “Conviértanse y crean en el evangelio” “metanoia” ir más allá de nuestra mentalidad y pensar según el amor de Dios Padre confiándonos a Él.  Pero hay que trabajar también sobre los sentidos a fin de que viendo la pasión de Cristo no se rebelen sino que sean capaces de reconocer el amor.
P. Marko Ivan Rupnik




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