lunes, 6 de agosto de 2018

Transfiguración del Señor

La transfiguración                                        Mt 17,1-9  

Este episodio se coloca seis días después del anuncio de la Pasión que Jesús hace a los apóstoles en camino con él hacia Cesarea de Filipo.
Jesús toma a Pedro Santiago y Juan, los mismos tres que se reencontrarán en Getsemaní y los lleva al monte, el monte es lugar de la revelación de Dios, donde Dios se comunica, se da a conocer, donde Dios se hace cercano.  Los lleva al monte para que adquieran una mirada diferente, la mirada de Dios sobre las cosas, sobre la historia, sobre los acontecimientos.  Muchos Padres de la Iglesia dicen que la Transfiguración consiste sólo en el cambio que se da en la mirada de los apóstoles, a Cristo no le ha sucedido nada, son los apóstoles que empiezan a ver el rostro del Señor como era verdaderamente.
Moisés y Elías son dos personajes que a su vez habían subido al monte, habían vivido una intimidad con Dios, uno representa la Ley que mira a Cristo en quien será llevada a la plenitud, el otro es la profecía que Jesús realizará en la historia.
Transfiguración según el sentido etimológico significa ver más allá de las formas, más allá de la figura, ir más allá, una mirada que penetra, que logra ver a través de. Nuestra cultura con el paso del tiempo ha empequeñecido el significado a un cambio de forma, pero es mucho más que esto.  Cristo no ha cambiado ninguna forma.  La cuestión es la de la luz, es lo que físicamente se describe en el texto, es transfigurado y su rostro brilló y sus vestidos eran cándidos como la luz.
Nuestra opacidad, nuestra falta de luz es el cuerpo, este velo que el pecado ha vuelto opaco, clavado en el yo, es necesario que vuelva a ser transparente y haga aparecer lo que es la verdad de la persona.
 La cuestión es ver con la luz justa, por eso Pedro puede decir que es hermoso quedarse allí, aunque no haya entendido mucho, ha intuido que es bello.  Y la belleza significa este ver dentro de una cosa otra más profunda y más hermosa
Esto es lo que Cristo quiere decir a los apóstoles, mirar más allá justamente cuando verán la carne de Jesús martirizada, afligida, burlada, Ver que Él hace esto por amor al Padre, que detrás está el rostro del Padre, está la filiación, Cristo sobre el monte aparece vestido de la filiación y los apóstoles logran por un instante verlo como Hijo, que era lo que siempre sucedía con Jesús al subir al monto a orar.
Se necesita verdaderamente una mirada en el Espíritu, ser lavado en el Espíritu para que nuestros ojos puedan ver verdaderamente. 
Nosotros somos un poco víctimas de la convicción de que la perfección individual es la perfección de las formas. Pero eso no sirve si no hay una luz nueva que pasa a través de las obras buenas, “Brille así vuestra luz ante los hombres para que vean vuestras obras y alaben al Padre que está en los cielos”
La Transfiguración, es vivir con todo lo que somos nuestra filiación, este es el sentido, capaces de ver más allá, de ver transparentes las cosas opacas, capaces de cambiar la mirada centrada en el yo. 
¿Cuándo un cristiano es maduro? Cuando encuentra Cristo en todo, cuando ve que Cristo es el centro de todo y en Cristo se abre al Padre en un horizonte sin límites.
No nos sirve buscar continuamente cómo cambiar nuestra vida, cómo estar bien, Nos sirve, en cambio, tener una mirada que se da cuenta que ahí donde estamos o cómo esta situación es el lugar ideal para vivir como hijos.
La fiesta de la transfiguración nos ha de ayudar a quitar la mirada de nuestras cosas opacas, de lo que me quiere clavar sobre algo que me cierra en mi yo, y poder vislumbrar y recibir a través de mi fragilidad y de mis heridas, cómo hay otra luz que me llega, una luz que no es de este mundo, sino que es la relación del Padre y del Hijo que es el AMOR y que en ella puedo vivir yo mi filiación                                               
Marko I Rupnik





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